No suelo beber vodka rojo con coca-cola. Es algo que sólo lo hago con David (/poppme). Anoche visité su nuevo hogar, rodeado de compañeros de piso interesantes y con una ventana en el salón donde las niñas que tiran petardos en la calle nos veían bailar peligrosamente al son de Phonography o If u seek Amy. David es como un hermanito pequeño al que hay que cuidar. Y cuando yo estoy muy agusto en una casa y todo es guay, es normal en mí dejar notitas con mensajes secretos por todos los rincones de su habitación para que en un domingo de resaca como hoy sean encontradas. Supongo que es por eso por lo que, curiosamente, Hugo sale del armario pegando un post it en la nevera en Lo Que Surja. Es más guay que escribir un e-mail o decirlo por el messenger. Qué rollo. Y hoy he ido a la mascletà acompañado de Krla, gran compañía (necesitaba hablar mucho con ella, mi psicóloga personal), pésima mascletà (sólo por que si llego a saber que la veo/oigo desde la estación, me quedo en casa y la veo en Canal 9). Con Krla, claro. Qué de muchedumbre. Domingo de sol rabioso. El invierno se esfuma. Y me ha hecho gran ilusión hoy hablar con mi Helen Salvaje antes de ir al centro de Valencia. En Sydney era la hora de acostarse y a mí aún me quedaban 3 horas para comer. Me ha contado que en Australia todo va un poco "al revés", va a la piscina y a Aikido, frecuenta la playa de Manly, se baña con cuidado en el Pacífico para que no se la coma un tiburón blanco, está muy morena, hace ya días que empezó el otoño pero sigue haciendo calor, teme a los surfistas territoriales (le he preguntado si se dejan ser mirados, al menos), llama a su tutor del Proyecto el superhotvisor y ha ligado con un australiano, un indio y un paquistaní. Temo por su vida, claramente. Poco más.
Photo
Hace 6 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario