más que lo

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solemos llamar arte a cualquier cosa, creo

by Phillip Ringgo

Estaba convencido de que el acto de pasar un fin de semana home alone in Madrid era sinónimo de relax, hogar, cama o tranquilidad. Pues no. Más bien es antónimo de tales vocablos. Revolución, sí, otro finde más. Un coctel de resaca con IKEA, una combinación explosiva de fiesta y visita de padres repentina. Hemos hecho de la calle Libertad un poquito más de circo con vecinos enfadados pero malabaristas embriagados. Hemos ganado aún más elasticidad. Hemos sido un poco más nasti con i latina, obvio. Hemos sido avistados por calles Valverde, Pez, Madera... en lugares tan LO como Picnic o el kebab de siempre. He sido visto a la vez llevando en brazos a Perro Milú (véase su facebook) por Gran Vía con miedito a ser chafoteado por señoras de abrigo de zorra y ludópatas de la crisis adictos a H&M. He visto un poco menos esa próxima y estelar sala Cool llamada stardust los viernes. He vuelto a convertirme en niño bala, o recientemente denominado chico pinball. Tres noches seguidas. Porque yo soy más que lo. Ya LO sabeis.