Tener resaca un domingo en Madrid es como el título de un capítulo de la fantástica segunda temporada de Sexo en Nueva York: la douleur exquise! Pero mezclar tres bebidas alcohólicas que difieren entre sí, no. El fruto de esta repentina contradicción semántica se cosechó anoche en Elástico Flexiclub. Y me acabo de acordar de cuando vivía en Alemania y me levantaba en medio de una noche de domingo con una rampa en alguna de mis piernas. Gracias a Zeus que ya no me ha vuelto a pasar. Y eso que últimamente no tomo mucho potasio. En Valencia como más plátanos porque mi madre siempre compra. Aquí me giro hacia atrás y al lado de mi cama, en ese frutero de metal que recogí de la calle, lo único que veo es una manzana a puntito de oxidar entre todo tipo de cosas que no son frutas.
Ayer visité el Parque de Atracciones de Madrid (era mi primera vez). Ésto último que he ubicado entre paréntesis es porque Guiomar, Jodermito y Amanda Cámara han estado como decenas de veces antes. Ellos tres, Lolo, Bartolomé y yo empezamos fuerte tras un yogur de coco, un cruasán y un café con leche del Zahara en mi estómago: una de esas atracciones a lo barco pirata de la feria que te lleva de un lado a otro mientras giras en una especie de plato gigante sobre una plataforma en forma de uve. Acto seguido, la lanzadera. Y mi atracción favorita del parque: Abismo, una peculiar montaña rusa que te eleva horizontalmente (en vez de traquetear como cualquier otra) hasta una altura considerable y de repente estás boca abajo retorciéndote como un pirulo tropical, pasas un par de loopings y acabas frenando en seco donde el principio, y desciendes hacia atrás después de menos de un minuto de descarga de adrenalina*.
Tener resaca un domingo gris oscuro y soleado a la vez en Madrid no es bueno. Voy a seguir viendo Sexo en Nueva York (léase este texto con la voz de Carrie Bradshaw).
*La adrenalina, también llamada epinefrina en su sustitutivo sintético, es una hormonavasoactiva secretada en situaciones de alerta por las glándulas suprarrenales. Es una monoamina catecolamina, simpaticomimética derivada de los aminoácidos fenilalanina y tirosina. A veces es llamada "epi" en la práctica médica.
Ayer visité el Parque de Atracciones de Madrid (era mi primera vez). Ésto último que he ubicado entre paréntesis es porque Guiomar, Jodermito y Amanda Cámara han estado como decenas de veces antes. Ellos tres, Lolo, Bartolomé y yo empezamos fuerte tras un yogur de coco, un cruasán y un café con leche del Zahara en mi estómago: una de esas atracciones a lo barco pirata de la feria que te lleva de un lado a otro mientras giras en una especie de plato gigante sobre una plataforma en forma de uve. Acto seguido, la lanzadera. Y mi atracción favorita del parque: Abismo, una peculiar montaña rusa que te eleva horizontalmente (en vez de traquetear como cualquier otra) hasta una altura considerable y de repente estás boca abajo retorciéndote como un pirulo tropical, pasas un par de loopings y acabas frenando en seco donde el principio, y desciendes hacia atrás después de menos de un minuto de descarga de adrenalina*.
Tener resaca un domingo gris oscuro y soleado a la vez en Madrid no es bueno. Voy a seguir viendo Sexo en Nueva York (léase este texto con la voz de Carrie Bradshaw).
*La adrenalina, también llamada epinefrina en su sustitutivo sintético, es una hormonavasoactiva secretada en situaciones de alerta por las glándulas suprarrenales. Es una monoamina catecolamina, simpaticomimética derivada de los aminoácidos fenilalanina y tirosina. A veces es llamada "epi" en la práctica médica.
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